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JOSE MAR IA DOÑATE SEBASTIA
(Villarreal)
Riegos romanos del M iiares
Con la sorpresa inherente al caso, vimos, hace algún tiempo, en un
manuscrito del Archivo Histórico Municipal de Villarreal (un padrón de
pecha del año 1523) la siguiente partida anotada a cargo del moro de
Bechí Juceff Alfaqul Paliar: ltem 1 jovada de tera sequa. Affronte ab
ca mi de Be
no cejamos hasta encontrar, en el mismo archivo, una confirmación que
alejara de nosotros la duda de que se tratara de una fantasía del amanuense o de la comisión de jurados y notarios que periódicamente, por
lo regular cada tres años, tenían a su cargo la confección o revisión de
estos libros. Si la acequia en cuestión figuraba como limite de una finca,
forzosamente tenia que estar en otras partidas. Por otra parte, era ne ·
cesarlo encontrarla en otros padrones, algo alejados cronológicamente del
que acabábamos de ver, para cerciorarnos de que otros ediles .::ceptaban
por su cuenta esta circunstancia y, como sus predecesores, la hadan figurar como dato de referencia.
No logramos el primero de nuestros propósitos, pero si el segundo.
Y así, en el Padrón de 1559, a treinta y seis anos del anteriormente citado, figura a tribuida al rr,ismo moro la misma partida, si bien reducida
a la mitad de su extensión por transmisión o, lo que es más probable, por
?bandoho del resto. Se señala en ella como punto de referencia el citado
camino de Bechi y se añade que la finca affronte ab cequia que anava a
Morvedre.
Por lo demás, el hecho de no prodigarse la cita nO$ hizo pensar que
el emplazamiento señalado debla hallarse bastante alejado del núcleo ur-
203-
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2
J.
M.• OOiiATS
bano, cosa lógica a nuestro parecer porque sabíamos de ¡¡ntemano que
todas las propiedades de moriscos en el término de Villarreal eHaban en
la periferia, ra~ón apoyada en el presente caso por la filiación bechinense del empadronado. (Villarreal no contaba con moriscos).
Asociamos todo esto al recuerdo de ciertas prospecciones del término
efectuadas hace ya algunos años, cuando la implantación masiva del cultivo del naranjo no le había Impuesto aún su actual fisonomía, y a las indicaciones de los viejos, que situaban alguna que otra ruona en lugares
ya imposibles de reconocer, o ciertas excavaciones en roca que identificaban como auténtica acequia pero que, atendiendo al tópoco de la tierra, atribuían «a tiempos de los moros», aplicándole la cabalishca denominación de Céquia del Diable. Nos chocó, frente a esta ~ular versión, estar en conocimiento de la que .dos moros» tuvieron en su día.
Sin duda alguna ellos habrían oído hablar muy poco de la civill.:ación romana, sobre todo fuera de sus reducidos círculos eruditos, pero sí pudie·
o
·on, los del terruño, seguir su rastro mucho mejor que nosotros, y llegar
con toda garantía de autenticidad a estas afirmaciones que, en principio,
llegaron a sorprendernos.
Nos pareció muy sugestivo todo esto y lo pusimos en conocimiento
del Director del S.I.P., don Domingo Fletcher, quien nos apercibió de la
importancia del asunto, exhortándonos a la reali~ación de una campaña
con miras a la confección de la carta arqueológica de la localidad.
Bien pronto pusimos manos a la obra y hoy día estamoo en pose~oón de datos y materiales que posiblemente nos llevarán a la documen·
tacíón de algunas explotaciones agraroas, poco o nada conocoda.s, y de núcleos distintos de población de importancia y naturaleza que aún tenemos en estudio con la ayuda del personal del S. I.P. (1).
A cuenta pues de este trabajo, que nos permitirá afirmar que el término de Villarreal y hasta quizá en un sentido más lato la Pla,:a, disfrutaron de intensísima actividad en determinado momento de la domina·
clón romana, va hoy esta entrega referida, no a la Céquia del Diable, sino
a «les céquies», porque han resultado ser dos las canalizaciones, obras
ambas que por su monumentalidad nos atrevemos a situar entrE' las más
Importantes y espectaculares de la época en lo que al país valenciano se
refiere y que, sin entrar en discusión sobre el hecho de que llegaran o
nc a Sagunto (técnic.a mente podían, por lo menos una, acceder al térmi-
(1) En lo que a la U>vC$l.ipci6n sobre el tcm:oo se refiere, ooo banoc bcnclldado
de ladndo amor a las cosas de su tierra d pleno coooc:imicruo
del túmino de la localldad. V de la laboriosidad y afición a la arqueolosia de J...ormzo
Gozalbo, campúlcro inseparable de e
-204-
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J
3
no histórico de la coudad) hemos comprobado que a su paso fertilizaban
una importante zona local, lo suficientemente amplia como para perml·
timos las afirmaciones anteriores.
EL MIJARES
El territorio de Villarreal está enclavado en la comarca de la Plana.
Bajo una ligerisima capa predominantemente arcillosa, el subsuelo está
formado por aluviones cuaternarios, procedentes de las inmediatas mon·
tañas, que se manifiestan por depósitos de cantos rodados, arcillas, arenas, margas y légamos. Pero estos sedomentos, sin permanecer entera ·
mente horizontales, no presentan espesores uniformes ni buzamiento
constante. Muchas veces presentan francas ondulaciones o oncluso forma·
ciones lentoculares, susceptibles de ser seguodas en su sentido crecoent~
y decreciente, como rellenando un vacío de anteriores aportaciones con
cargo a un material completamente distinto. Por tal razón la tenacldild
de los estratos es diferente y responde, por lo general, al cemento que
une los conglomerados, predominantemente silíceos o calizos, según la
zona. En esta última se abrió el rio Mijares su lecho, profundo a la entra·
da del término, en pleno momento de arrastre, y casi superficial a la sa·
lida, en fase de depósito ya, recto al final y sinuoso al principio, con al·
temantes meandros y cambios rápidos y frecuentes de nivel.
La irregular disposición de estos materiales integrantes ha permitido
que en todo su curso abunden los accidentes en forma de ba 1
mas, cuevas,
abrigos en definitiva que el ingenio del hombre ha sabido apro'lechar en
sus distintos estadios culturales (2) o modificar a su anto¡o para const>
guir, tras esfuerzos titánicos, extraer del profundo lecho unas aguas vi·
vificadoras y cargadas de posibilidades.
El primero sin duda de estos esfuerzos, representado por le- que las
generaciones últimas han dado en llamar Céquia del Diable, es el que
hoy nos ocupa.
(2) ]auben de l'usa, que en 1819 VIno • &paña a estudiar el sistema de ri~os,
orocribe al rlo Mijores, ai bien en un tramo algo inferior al que noa ocupa, y dice a propósito de uros nccide01u: "11 n'
pét:rifiées du Mljares: soit qu'oo les consid~rc oomme l'ouvra¡e des caux ou bien comme
edul des bommcs, il est ecrtain que ses pones presentent de oombrcux r~". Vid.
JAUBERT DE PASSA: "Voyogo en Espape..•", 1 París, 1823, p. 132, ooca.
-205-
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4
CEQUIA DEL DIABLE l. O DE ABNO (3)
A un Km. escaso del mojón que señala el cambio de término, aguas
arriba, es decir, dentro ya del término de Onda, y en la margen derecha
del río, está el viejo caserón que alberga las instalaciones hidroeléctricas
llamadas comúnmente Salto de la Hidro. Y muy cerca de este edificio,
a unos veinticinco metros, dentro de la zona en que las aguas se desbra·
van aún después de accionar las turbinas hay, en el centro Mismo del
'io, unas piedras cuya presencia alll, si casual, se adivina aprovechada
por el hombre. De ellas, dos, las más voluminosas, fueron rectificada~
por corte vertical y paralelo a la corriente, como para estructurar un por·
tillo, prolongado más arriba del nivel de las aguas mediante mamposte
rías de época, de las que aún se observan algunos vestigios, y ¿estinadas
quizá en su tiempo a sostener una pasarela por la que vadear la corrienta
en este paraje. Estos detalles, unidos a la existencia de una breve pero
característica excavación en la roca, a cincuenta metros de alll aguas
c¡bajo, nos autorizan a reconocer en este lugar los restos de lil antigua
toma de aguas que no sabemos si denominar presa, en el sentido que hoy
damos a esta palabra, por cuanto la captación de las aguas se po
tuar allf sin mucho artificio, dado lo inteligente y acertado de la e lección
del lugar.
Desde alll, en suave y relativo ascenso, los restos se delatan, escasos
al principio y más frecuentes poco a poco, a medida que su cauce se ele·
va sobre el del río y es por lo tanto menor su exposición a los efectos
de las peligrosas riadas otoñales. Ora es la roca, mordida por el pico, la
que nos indica su presencia, ora algunos restos de mampostería, «in situ»
o desplazados de su original asiento por corrimientos de la bas'!, los que
asoman aún entre los ulteriores depósitos de gravas entre los que llega
a desaparecer, para volverse a delatar en alguna de las numerosas torren·
ter
derecha. Tras bordear estos accidentes, vuelve otra vez el canal a entrar
en el cauce, apoyado no pocas veces en las plataformas que originó e l
agua a l excavar entre materiales de desigual consistencia. Pero cuando
éstas faltan, no repara el Ingenio latino en atacar la roca de frente.
abriendo galerías de latitud y altura no constantes, en función siempre
dE' la corriente, y de longitud que depende de la del obstáculo, en est~
caso la excesiva verticalidad del acantilado. La dirección es a veces rectl·
linea pero, sorprendentemente, dada la reconocida capacidad técnica del
(3) La termlnologla cmplcacb en bte, como en el siguiente encabcumicnto, es nuesu wamos sólo con la ptetcn•ión de cll•tin¡ulr ambos construcciones, pero sin pararnos a P = en li ca o no relli.
tra.
-
206 -
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CEQUIA dPI OIABLE 1 o dP ABAJO
Croquis
N
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Ttrmino dP ONDA
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IVILlARREAL
~ ' /tUTOS /IOioiMtO$
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CICAY.I(rdN 0 LA•RAQIO LN IHJCA
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=ou~--~ ININtt./IRf./HI11fiA
._...-C8!tlltYACI6N OI:,COHJnu.t.A
(Í)
/'UNTOS Dl OISCRYACUJN
CROQUISl
l.-Portillo de toma de aguas con mamposterio de ~poca (bimlDI t, a).
2.-Hudla de cxcaV3cl6n sobrr el acantilado ()jmina t, b).
3.-Mamposterlas scm1enterradas.
4.-Mamposterlas dcspltmtdas y excavación en la roca.
S.-Túnel de acceso o IJ "Cova del Oiable" O:lmina 1, e, d, y Umiru 11, a, b).
6.-Túnel labrado aprovechando una c:ovacba natunol.
7. Túnel en el acantilado.
s.-Restos diversos.
9.-Bxea>1lci6n IObn: b prrsa del Salto de Villarreal o de Tol.
10.-Excavación, m:unpostcrl.t y túnel (ljmina 11, e, d, y Umina tU,a).
11.-Mampoll
l l a 15.-Excavaci6n en 1• roca (ljmina 111, b).
16.-Ultinu observación del ramal izquierdo (lámina 111, e).
11.-~ Maset de Vida!"; tdnet correspondiente al ramal dc:cccho.
18.-JWlugo de monPdas y c:cdmico, de ticmnos romonos.
19 y 20.-Qbscrvacioncs que ()()l:t<:sponden a "Cequia del Diable 11",
en su u-amo paralelo a "Cequia del Diable f".
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VILLARREAL
CEOUIES d~l DIABLE
Croquos
N
0
CEOUIA D~l.. 0/AittC 1 •
cr (!) 1"':'\
RAittott. 0( (.,4 CIO(,U. Da (JtA8LL 1•,..1) •
Cf.Ofl4t DEl.
CROQUIS
Dt~lll t 1/ • (Í)
n
G')
@)
n
1.-"Tcrmct" del ermitorio de la Vira
quierdo (croquis I, 16).
2.-Mooedas y cer4oníca romanas.
3.-E.•cavaci6n en la roca, en el octual vertedero municipal de b•sura.
-l.-Acueducto "Pont de la Bruixa", en el "llarranc de S..pascn" (lAmina Ill, d)
S.-Acueducto "llls Afquets" o "Els Ares", en cl "Bamllu: de RJ!tils" (láminA IV, a).
C.-Acueducto sobre cl "Riu Sec" Ollmino IV, b).
~.-Tall2do en la roca (l.únina IV, c. d).
?.-Euavad6n aobrc 11 roca dOftuo del nmal i%qukrdo dcl ''llarranc de Rátils".
l'.l-Restos dc cdificac:ioncs, tegulae, dolía, etc., en la partida del "Cornl de G21indo··
11.-Restos ~crimicos dc época romana en ''El Salt", junto el "Rlu Sec''.
12--''l..D To_mssa", vnto rotmtna, con re"ot de edificaciones, cerinúca, etc.
r
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&lEGOS RO.w.NOS OBL MIJAKBS
1
elemento constructor, nos encontramos con trayectos sinuosos, como buscando una distancia constante al perfil exterior. Pronto se ve que con
ello se buscaba un filón más blando cuando no un margen de seguridad
frente a posibles desprendimientos de la pared del río, precauc16n que en
nuestros dlas se puede estimar como muy justificada en algunos trechos.
Otras veces los accidentes del terreno son aprovechados al máximo y de
una manera combinada, y así, tras atravesar un túnel, se utiliz.l un trozo
de comisa para penetrar luego en una cueva que se recubre de mampos·
teria y desde la cual se vuelve a internar para reaparecer luego, a más
de un centenar de metros, donde una ladera suave hace posible su cana•
lización mediante mamposterías que en su mayor parte ha destruido o
cubierto el hombre en su afán por utilizar al máximo estos terrenos. Es
allí donde se observa como una veta de hierba que crece más lozana, o
hasta una fila de algarrobos cuyo agradecimiento se aprende a reconocer
ya desde alguna distancia.
COVA OEL OIABLE
Croquis d• la planta
-
~
-
-
~
CROQUIS
m
Y así, con esta alternancia de procedimiento, la acequia se eleva, po·
co a poco, en un trecho no Inferior a los seis kilómetros, salvando un
desnivel relativo de veinte metros mientras el río ha descendido más de
sesenta. Resulta fácil pensar que con mucho menor recorrido pudieron
los constructores haber sacado del cauce fluvial su obra, pero es evidente
que no quisieron hacerlo y la evidencia se manifiesta cuando, recién afio·
rada la conducción en la gran curva anterior al actual azud de Villarreal,
se divide en dos ramales (croquis 1, 15) de proporciones muy semejantes a
-
209 -
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8
las del acueducto primitivo. Sacrificaron la comodidad al¡¡ capacidad, faciJit¡¡d~ por una mayor pendiente, y lograban al mismo tiempo que las ar·
~illas que con tanta frecuencia colorean el agua del río en cua~quier estación, hasta darle una pastosa apariencia, no se depositaron en su re ·
corrido, c
modas como frecuentes (4).
Uno de los canales secundarios, el derecho, salva mediante excava
ci6n ~ubterránea unos centenares de metros y cambia luego de dirección,
hacia el sur-sudoeste y
!erpenteo que responde muy bien a los accidentes geográficos, por su
parte media, aproximadamente. El último vestigio que hemos localizado
es lo que queda de un acueducto, dentro del cauce del Riu Sec (croquos
11, 6). Después, cerca ya del término de Nules, nos han hablado de cierta roturación efectuada hace ya algunos años en una finca y en la que
se topó con un filón de toerra negra y con algunos restos de mampostería, detalles muy significativos, por lo que no hemos ciudado en señalar
por allf la salida hacia Nules, lugar pródigo en hallazgos de época ro·
mana (5).
El subcanal izquierdo en cambio atlora en seguida y, ceñido al acantilado, llega hasta cerca de la casa del azudero, y se pierde luego, definotivamente, a partir de un punto bocn visible en el llamado Tcrmet del
Ermitorio de la Virgen de Gracia (croquis 1, 16 y 11, 1). Una vieja tradición
local habla de cierto misterioso túnel que desde la Ermita llegaba hasta la
ciudad misma Jamás hasta ahora le dimos crédito, pero hoy la encon·
tramos fundamentada en el hecho de que la acequia tenia que salvar
forzosamente un desnivel de unos cuatro metros, desde el lugar de In
última observación hasta situarse a ras del suelo Y si bien esto se podía
lograr en menos de la tercera parte del trayecto hasta el casco urbano,
pudo dar lugar (y al parecer lo dio) a descubrimoentos esporádocos de su
parte subterránea, que originaron la leyenda, ya que difícilmente imaginarlan los antiguos el origen de la obra. De todas formas, si no existiera
esta tradición nos llevaría al mismo resultado un argumento lógico ba·
sado en dos importantes razones. Primera: Desde el citado punto (croqui-;
1, 16 y Lám. 111, e). la canalización desaparece en las inmediaciones del
cauce del rio, donde hay parajes que permiten observaciones de cierta
garantía y dan un resultado absolutamente negativo. Y segunda, que
aparte la posibilidad de que con sus aguas se regaran tierras pertene-
(4) En la lldad Media lo limpieza de lu accquías cntonm en
UJO
se dccruaba una
y ha•ta dos vc:cea por año.
(S) F. ESTEVB GALVll.Z: "La villa romana de Bcnicató". Pdla¡oloso, núm. 2.
Castell6o, 19S6.
-
210-
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RIBGOS ROMANOS DBL
9
~IIJARBS
cientes a la villa romana que muy cerca de alli hemos identlf1cado (ero
auis 1, núm 18; croquis 11, núm. 2) que no absorberian en modo a lguno
todo el caudal, la mejor tierra del término, la que se cultivó con cargo
al Mijares desde los tiempos de la fundación (en 1274) y posiblemente
desde época de dominación musulmana por lo menos en algún sector
la que mejor se pagaba en la Edad Media y más se cotiza aún en la ac
tualidad por su calidad y espesor del manto superficial, está en la parte ba ·
ja de la ciudad. Cabe descartar por otra parte la presenc1a de .:~rcunstan ·
das modificadoras del suelo, como podrían haber sido man~mas, por
ejemplo, en época romana, dada la elevación y natural drenaje del mis·
mo. Nos vemos pues forzados a admitir la presencia en esta parte de una
-- --- -- -
-
R/0 H/JARES
.......
-:=..
--
CROQUIS IV
extensa zona de regadío servido por e l ramal hidráulrco que nos ocupa,
sin que diga nada en contra la ausencia de materiales delatores de asen·
tamiento de población en este lugar, habida cuenta de que, hasta ahora,
el muy abundante encontrado y al que aludimos más arriba lo ha sido en
terrenos sin transformar o a lo suma con un cultivo rústico que no ha
r.ecesitado excesivas labores ni remoción de terrenos. Donde esto ha ocu·
rrido (y coma ha sido repetidamente observado se trata siempre de las
-
211
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J• .M.• DO!!ATE
10
tierras mejores) (6) está todo perdido. Y asi debió ocurrrr en lo que a
esta zona se refiere.
CEQUIA DEL DIABLE 11 O DE ARRIBA
El reconocimiento del terreno nos puso en contacto con los vestigios
de otra acequia, llamada indistintamente del Diable y desconocida totalmente en la localidad, aunque no en la vecina población de Onda, donde
los que sabían algo de esto lo asociaban a los túneles de la cueva del
mismo nombre y de los que hemos hablado ya. En efecto, parece, a juz·
gar por sus caracterlsticas, que sean una misma estas obras sí no se tiene
en cuenta un detalle importante, y es que su enlace debla efectuarse
mediante un salto de casi vernte metros, circunstancia absurd<~ bajo to·
dos los puntos de vrsta. Ya intuimos que fueran re<~lmente dos las ace·
c:¡uias por el problema que nos planteaba el emplazamiento de la finca
del moro Juceff Alfaquí, que no podía, en modo alguno, vincularse al
otro canal. Luego, al observar en el repertorio Fletcher-Alcácer (7) la
cita de los restos <
bre de Aeequia del Diablon... con «un largo trazado frente a la Hidro·
eléctrica del Mijares>>, nos dimos cuenta de que el trazado señalado no
existía, al menos donde en un principio lo buscábamos y era ello donde
debía encontrarse, de tener relación con el que hemos estudrado. Pero
una vez hallada la toma de aguas y algún que otro vestigio del primero,
el' este mismo paraje, pudimos resolver el embrollo con el asesoramiento
de los celadores de la misma central, que nos señalaro=' los restos de la
otra conducción, muy difícil de identificar allí por desprendimientos re·
dentes, pero inconfundrble un poco más abajo, fuera ya del cauce fluvral,
donde se señala en un trecho superior al kilómetro en término de Villarreal ya (1, 19). Alli, a la altura del primer salto antiguamenle llamado
de Tol, toma dirección hacia el cerro de San Antonio, en el otro extremo
del término, que cru:~:a de Norte a Sur a través de una zona que, olvi·
dado el alivio de antaño, fue hasta fecha muy reciente la más árida de
la localidad (11, 8 a 12). Sus vestigios los hemos podido loca lizar en pun·
tos clave, siempre en las vertientes roqueras de los barrancos, únicas zonas peladas que aún quedan, y por su situación se puede afirmar que dio
(6) M. TARRADBLL: "Historia dd pais vaknc:il. Prehistw i a.otl¡uirat". &rcdom, 1965.
(7) D. FLETCHER VALLS y ). ALCACER GRAU: "Ava.oco a un. arqueolq¡la
roman:~ de la Provincia d« Cutdl6n". Boletín de b S. C. de Cultura, >0001. Castdlón,
19S6, pj¡¡. 146. Vbse tambibl S . BRU 1 VID.-\1.: "Les tette$ val
I'Omlltla".
ValCnc:ia, 1963.
-
212-
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11
roego a tres de las explotaciones agrarias que figuran en e l croquis 11 (en·
c.laves 10, 11 y 12) rústicas dos de ellas y la ultima de alguna suntuo
sidad, como se dirá en su día (8). No hemos podido localizar sm embargo su paso por los barrancos, coS
los anima en esta zona (el mismo Pont de la Bruixa ·11, 4- se conserva
por verdadero milagro y las condiciones son mucho más favorables) ni
RESTOS de ACUEDUCTO R().lANO
sob re el RIO SECO
VI LLA RREAL
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CROQUlS V
su paso por el Riu Sec. En éste hemos buscado insistentemente, sobre todo en el trecho por donde debía cruzar, a juzgar por los niveles, llegando siempre en nuestras conclusiones a un paraje denominado e el Salt»,
dentro de los límites o en las inmediaciones de una de l01s finca.s romanas señaladas (croquis 11, núm . 11) donde se forma una catarata que en
(8) P. MENEU: "Arqueolosla Bccbinensr. Errores". Ayez y Hoy t>Um. 41. Cal!cUóo
de 11 Piona, 1903.
-
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J• M.• DOi
tiempos aún recientes ha retrocedido lo suficiente como para suponer
utópica la conservación de vestigio alguno de obra humana.
luego la Torrassa, y seguidamente el término de Nules, imposible
ya de reconocimiento fructlfero, y desde e l cua l, técnícamente, podía el
acueducto llegar, si no al viejo Sagunto, como nos afirmaron en 1523, si
por lo menos a sus campos.
CRONOLOGIA
Ninguna de las circunstancias señaladas nos la puede dar, a l menos
con la precisión deseable. Del examen de las mamposterías se deduce na turalmente su filiación romana. Pero seria tremendamente fatigosa y sin
duda alguna inútil la excavación de los sedimentos, por cierto muy es·
casos, en busca de cerámica o algún otro material datable.
Ahora bien, aceptada su, a nuestro entender, ineludible vinculació11
a las explotaciones agrícolas que hemos indicado, y como de éstas sí que
tenemos material datable, podríamos adelantar que la construcción de
E'Stas obras se debió efectuar, en más o en menos sobre los años inmediatos al cambio de Era. Y que rindió sus buenos serviCIOS durante el largc periodo de la pa:z: llamada Augusta que les sucedió.
-
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A -Ponillo de 10ma de agua (Croquis 1, 1).
ll.-ExcnV1ld6n 10bre el ncmlilndo (Croquis 1, 2).
C.-T únel de acceso o la Cova d~l D ioblc (Croquis T, 5).
0 .-Covn del Diable.
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(Fotos Doñate)
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[page-n-216]
I.AM. 11
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OOSATE. -Rie&:os roma nos del
~lijares
LAM. I V.
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JOSE MAR IA DOÑATE SEBASTIA
(Villarreal)
Riegos romanos del M iiares
Con la sorpresa inherente al caso, vimos, hace algún tiempo, en un
manuscrito del Archivo Histórico Municipal de Villarreal (un padrón de
pecha del año 1523) la siguiente partida anotada a cargo del moro de
Bechí Juceff Alfaqul Paliar: ltem 1 jovada de tera sequa. Affronte ab
ca mi de Be
La noticia, porque en verdad lo era, nos pareció tan intere~nte queno cejamos hasta encontrar, en el mismo archivo, una confirmación que
alejara de nosotros la duda de que se tratara de una fantasía del amanuense o de la comisión de jurados y notarios que periódicamente, por
lo regular cada tres años, tenían a su cargo la confección o revisión de
estos libros. Si la acequia en cuestión figuraba como limite de una finca,
forzosamente tenia que estar en otras partidas. Por otra parte, era ne ·
cesarlo encontrarla en otros padrones, algo alejados cronológicamente del
que acabábamos de ver, para cerciorarnos de que otros ediles .::ceptaban
por su cuenta esta circunstancia y, como sus predecesores, la hadan figurar como dato de referencia.
No logramos el primero de nuestros propósitos, pero si el segundo.
Y así, en el Padrón de 1559, a treinta y seis anos del anteriormente citado, figura a tribuida al rr,ismo moro la misma partida, si bien reducida
a la mitad de su extensión por transmisión o, lo que es más probable, por
?bandoho del resto. Se señala en ella como punto de referencia el citado
camino de Bechi y se añade que la finca affronte ab cequia que anava a
Morvedre.
Por lo demás, el hecho de no prodigarse la cita nO$ hizo pensar que
el emplazamiento señalado debla hallarse bastante alejado del núcleo ur-
203-
[page-n-204]
2
J.
M.• OOiiATS
bano, cosa lógica a nuestro parecer porque sabíamos de ¡¡ntemano que
todas las propiedades de moriscos en el término de Villarreal eHaban en
la periferia, ra~ón apoyada en el presente caso por la filiación bechinense del empadronado. (Villarreal no contaba con moriscos).
Asociamos todo esto al recuerdo de ciertas prospecciones del término
efectuadas hace ya algunos años, cuando la implantación masiva del cultivo del naranjo no le había Impuesto aún su actual fisonomía, y a las indicaciones de los viejos, que situaban alguna que otra ruona en lugares
ya imposibles de reconocer, o ciertas excavaciones en roca que identificaban como auténtica acequia pero que, atendiendo al tópoco de la tierra, atribuían «a tiempos de los moros», aplicándole la cabalishca denominación de Céquia del Diable. Nos chocó, frente a esta ~ular versión, estar en conocimiento de la que .dos moros» tuvieron en su día.
Sin duda alguna ellos habrían oído hablar muy poco de la civill.:ación romana, sobre todo fuera de sus reducidos círculos eruditos, pero sí pudie·
o
·on, los del terruño, seguir su rastro mucho mejor que nosotros, y llegar
con toda garantía de autenticidad a estas afirmaciones que, en principio,
llegaron a sorprendernos.
Nos pareció muy sugestivo todo esto y lo pusimos en conocimiento
del Director del S.I.P., don Domingo Fletcher, quien nos apercibió de la
importancia del asunto, exhortándonos a la reali~ación de una campaña
con miras a la confección de la carta arqueológica de la localidad.
Bien pronto pusimos manos a la obra y hoy día estamoo en pose~oón de datos y materiales que posiblemente nos llevarán a la documen·
tacíón de algunas explotaciones agraroas, poco o nada conocoda.s, y de núcleos distintos de población de importancia y naturaleza que aún tenemos en estudio con la ayuda del personal del S. I.P. (1).
A cuenta pues de este trabajo, que nos permitirá afirmar que el término de Villarreal y hasta quizá en un sentido más lato la Pla,:a, disfrutaron de intensísima actividad en determinado momento de la domina·
clón romana, va hoy esta entrega referida, no a la Céquia del Diable, sino
a «les céquies», porque han resultado ser dos las canalizaciones, obras
ambas que por su monumentalidad nos atrevemos a situar entrE' las más
Importantes y espectaculares de la época en lo que al país valenciano se
refiere y que, sin entrar en discusión sobre el hecho de que llegaran o
nc a Sagunto (técnic.a mente podían, por lo menos una, acceder al térmi-
(1) En lo que a la U>vC$l.ipci6n sobre el tcm:oo se refiere, ooo banoc bcnclldado
de la
del túmino de la localldad. V de la laboriosidad y afición a la arqueolosia de J...ormzo
Gozalbo, campúlcro inseparable de e
-204-
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J
3
no histórico de la coudad) hemos comprobado que a su paso fertilizaban
una importante zona local, lo suficientemente amplia como para perml·
timos las afirmaciones anteriores.
EL MIJARES
El territorio de Villarreal está enclavado en la comarca de la Plana.
Bajo una ligerisima capa predominantemente arcillosa, el subsuelo está
formado por aluviones cuaternarios, procedentes de las inmediatas mon·
tañas, que se manifiestan por depósitos de cantos rodados, arcillas, arenas, margas y légamos. Pero estos sedomentos, sin permanecer entera ·
mente horizontales, no presentan espesores uniformes ni buzamiento
constante. Muchas veces presentan francas ondulaciones o oncluso forma·
ciones lentoculares, susceptibles de ser seguodas en su sentido crecoent~
y decreciente, como rellenando un vacío de anteriores aportaciones con
cargo a un material completamente distinto. Por tal razón la tenacldild
de los estratos es diferente y responde, por lo general, al cemento que
une los conglomerados, predominantemente silíceos o calizos, según la
zona. En esta última se abrió el rio Mijares su lecho, profundo a la entra·
da del término, en pleno momento de arrastre, y casi superficial a la sa·
lida, en fase de depósito ya, recto al final y sinuoso al principio, con al·
temantes meandros y cambios rápidos y frecuentes de nivel.
La irregular disposición de estos materiales integrantes ha permitido
que en todo su curso abunden los accidentes en forma de ba 1
mas, cuevas,
abrigos en definitiva que el ingenio del hombre ha sabido apro'lechar en
sus distintos estadios culturales (2) o modificar a su anto¡o para const>
guir, tras esfuerzos titánicos, extraer del profundo lecho unas aguas vi·
vificadoras y cargadas de posibilidades.
El primero sin duda de estos esfuerzos, representado por le- que las
generaciones últimas han dado en llamar Céquia del Diable, es el que
hoy nos ocupa.
(2) ]auben de l'usa, que en 1819 VIno • &paña a estudiar el sistema de ri~os,
orocribe al rlo Mijores, ai bien en un tramo algo inferior al que noa ocupa, y dice a propósito de uros nccide01u: "11 n'
edul des bommcs, il est ecrtain que ses pones presentent de oombrcux r~". Vid.
JAUBERT DE PASSA: "Voyogo en Espape..•", 1 París, 1823, p. 132, ooca.
-205-
[page-n-206]
4
CEQUIA DEL DIABLE l. O DE ABNO (3)
A un Km. escaso del mojón que señala el cambio de término, aguas
arriba, es decir, dentro ya del término de Onda, y en la margen derecha
del río, está el viejo caserón que alberga las instalaciones hidroeléctricas
llamadas comúnmente Salto de la Hidro. Y muy cerca de este edificio,
a unos veinticinco metros, dentro de la zona en que las aguas se desbra·
van aún después de accionar las turbinas hay, en el centro Mismo del
'io, unas piedras cuya presencia alll, si casual, se adivina aprovechada
por el hombre. De ellas, dos, las más voluminosas, fueron rectificada~
por corte vertical y paralelo a la corriente, como para estructurar un por·
tillo, prolongado más arriba del nivel de las aguas mediante mamposte
rías de época, de las que aún se observan algunos vestigios, y ¿estinadas
quizá en su tiempo a sostener una pasarela por la que vadear la corrienta
en este paraje. Estos detalles, unidos a la existencia de una breve pero
característica excavación en la roca, a cincuenta metros de alll aguas
c¡bajo, nos autorizan a reconocer en este lugar los restos de lil antigua
toma de aguas que no sabemos si denominar presa, en el sentido que hoy
damos a esta palabra, por cuanto la captación de las aguas se po
del lugar.
Desde alll, en suave y relativo ascenso, los restos se delatan, escasos
al principio y más frecuentes poco a poco, a medida que su cauce se ele·
va sobre el del río y es por lo tanto menor su exposición a los efectos
de las peligrosas riadas otoñales. Ora es la roca, mordida por el pico, la
que nos indica su presencia, ora algunos restos de mampostería, «in situ»
o desplazados de su original asiento por corrimientos de la bas'!, los que
asoman aún entre los ulteriores depósitos de gravas entre los que llega
a desaparecer, para volverse a delatar en alguna de las numerosas torren·
ter
en el cauce, apoyado no pocas veces en las plataformas que originó e l
agua a l excavar entre materiales de desigual consistencia. Pero cuando
éstas faltan, no repara el Ingenio latino en atacar la roca de frente.
abriendo galerías de latitud y altura no constantes, en función siempre
dE' la corriente, y de longitud que depende de la del obstáculo, en est~
caso la excesiva verticalidad del acantilado. La dirección es a veces rectl·
linea pero, sorprendentemente, dada la reconocida capacidad técnica del
(3) La termlnologla cmplcacb en bte, como en el siguiente encabcumicnto, es nuesu wamos sólo con la ptetcn•ión de cll•tin¡ulr ambos construcciones, pero sin pararnos a P = en li ca o no relli.
tra.
-
206 -
[page-n-207]
CEQUIA dPI OIABLE 1 o dP ABAJO
Croquis
N
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1
Ttrmino dP ONDA
1
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: Tl!rmino
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IVILlARREAL
~ ' /tUTOS /IOioiMtO$
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CICAY.I(rdN 0 LA•RAQIO LN IHJCA
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=ou~--~ ININtt./IRf./HI11fiA
._...-C8!tlltYACI6N OI:,COHJnu.t.A
(Í)
/'UNTOS Dl OISCRYACUJN
CROQUISl
l.-Portillo de toma de aguas con mamposterio de ~poca (bimlDI t, a).
2.-Hudla de cxcaV3cl6n sobrr el acantilado ()jmina t, b).
3.-Mamposterlas scm1enterradas.
4.-Mamposterlas dcspltmtdas y excavación en la roca.
S.-Túnel de acceso o IJ "Cova del Oiable" O:lmina 1, e, d, y Umiru 11, a, b).
6.-Túnel labrado aprovechando una c:ovacba natunol.
7. Túnel en el acantilado.
s.-Restos diversos.
9.-Bxea>1lci6n IObn: b prrsa del Salto de Villarreal o de Tol.
10.-Excavación, m:unpostcrl.t y túnel (ljmina 11, e, d, y Umina tU,a).
11.-Mampoll
16.-Ultinu observación del ramal izquierdo (lámina 111, e).
11.-~ Maset de Vida!"; tdnet correspondiente al ramal dc:cccho.
18.-JWlugo de monPdas y c:cdmico, de ticmnos romonos.
19 y 20.-Qbscrvacioncs que ()()l:t<:sponden a "Cequia del Diable 11",
en su u-amo paralelo a "Cequia del Diable f".
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VILLARREAL
CEOUIES d~l DIABLE
Croquos
N
0
CEOUIA D~l.. 0/AittC 1 •
cr (!) 1"':'\
RAittott. 0( (.,4 CIO(,U. Da (JtA8LL 1•,..1) •
Cf.Ofl4t DEl.
CROQUIS
Dt~lll t 1/ • (Í)
n
G')
@)
n
1.-"Tcrmct" del ermitorio de la Vira
2.-Mooedas y cer4oníca romanas.
3.-E.•cavaci6n en la roca, en el octual vertedero municipal de b•sura.
-l.-Acueducto "Pont de la Bruixa", en el "llarranc de S..pascn" (lAmina Ill, d)
S.-Acueducto "llls Afquets" o "Els Ares", en cl "Bamllu: de RJ!tils" (láminA IV, a).
C.-Acueducto sobre cl "Riu Sec" Ollmino IV, b).
~.-Tall2do en la roca (l.únina IV, c. d).
l'.l-Restos dc cdificac:ioncs, tegulae, dolía, etc., en la partida del "Cornl de G21indo··
11.-Restos ~crimicos dc época romana en ''El Salt", junto el "Rlu Sec''.
12--''l..D To_mssa", vnto rotmtna, con re"ot de edificaciones, cerinúca, etc.
r
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&lEGOS RO.w.NOS OBL MIJAKBS
1
elemento constructor, nos encontramos con trayectos sinuosos, como buscando una distancia constante al perfil exterior. Pronto se ve que con
ello se buscaba un filón más blando cuando no un margen de seguridad
frente a posibles desprendimientos de la pared del río, precauc16n que en
nuestros dlas se puede estimar como muy justificada en algunos trechos.
Otras veces los accidentes del terreno son aprovechados al máximo y de
una manera combinada, y así, tras atravesar un túnel, se utiliz.l un trozo
de comisa para penetrar luego en una cueva que se recubre de mampos·
teria y desde la cual se vuelve a internar para reaparecer luego, a más
de un centenar de metros, donde una ladera suave hace posible su cana•
lización mediante mamposterías que en su mayor parte ha destruido o
cubierto el hombre en su afán por utilizar al máximo estos terrenos. Es
allí donde se observa como una veta de hierba que crece más lozana, o
hasta una fila de algarrobos cuyo agradecimiento se aprende a reconocer
ya desde alguna distancia.
COVA OEL OIABLE
Croquis d• la planta
-
~
-
-
~
CROQUIS
m
Y así, con esta alternancia de procedimiento, la acequia se eleva, po·
co a poco, en un trecho no Inferior a los seis kilómetros, salvando un
desnivel relativo de veinte metros mientras el río ha descendido más de
sesenta. Resulta fácil pensar que con mucho menor recorrido pudieron
los constructores haber sacado del cauce fluvial su obra, pero es evidente
que no quisieron hacerlo y la evidencia se manifiesta cuando, recién afio·
rada la conducción en la gran curva anterior al actual azud de Villarreal,
se divide en dos ramales (croquis 1, 15) de proporciones muy semejantes a
-
209 -
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8
las del acueducto primitivo. Sacrificaron la comodidad al¡¡ capacidad, faciJit¡¡d~ por una mayor pendiente, y lograban al mismo tiempo que las ar·
~illas que con tanta frecuencia colorean el agua del río en cua~quier estación, hasta darle una pastosa apariencia, no se depositaron en su re ·
corrido, c
Uno de los canales secundarios, el derecho, salva mediante excava
ci6n ~ubterránea unos centenares de metros y cambia luego de dirección,
hacia el sur-sudoeste y
parte media, aproximadamente. El último vestigio que hemos localizado
es lo que queda de un acueducto, dentro del cauce del Riu Sec (croquos
11, 6). Después, cerca ya del término de Nules, nos han hablado de cierta roturación efectuada hace ya algunos años en una finca y en la que
se topó con un filón de toerra negra y con algunos restos de mampostería, detalles muy significativos, por lo que no hemos ciudado en señalar
por allf la salida hacia Nules, lugar pródigo en hallazgos de época ro·
mana (5).
El subcanal izquierdo en cambio atlora en seguida y, ceñido al acantilado, llega hasta cerca de la casa del azudero, y se pierde luego, definotivamente, a partir de un punto bocn visible en el llamado Tcrmet del
Ermitorio de la Virgen de Gracia (croquis 1, 16 y 11, 1). Una vieja tradición
local habla de cierto misterioso túnel que desde la Ermita llegaba hasta la
ciudad misma Jamás hasta ahora le dimos crédito, pero hoy la encon·
tramos fundamentada en el hecho de que la acequia tenia que salvar
forzosamente un desnivel de unos cuatro metros, desde el lugar de In
última observación hasta situarse a ras del suelo Y si bien esto se podía
lograr en menos de la tercera parte del trayecto hasta el casco urbano,
pudo dar lugar (y al parecer lo dio) a descubrimoentos esporádocos de su
parte subterránea, que originaron la leyenda, ya que difícilmente imaginarlan los antiguos el origen de la obra. De todas formas, si no existiera
esta tradición nos llevaría al mismo resultado un argumento lógico ba·
sado en dos importantes razones. Primera: Desde el citado punto (croqui-;
1, 16 y Lám. 111, e). la canalización desaparece en las inmediaciones del
cauce del rio, donde hay parajes que permiten observaciones de cierta
garantía y dan un resultado absolutamente negativo. Y segunda, que
aparte la posibilidad de que con sus aguas se regaran tierras pertene-
(4) En la lldad Media lo limpieza de lu accquías cntonm en
UJO
se dccruaba una
y ha•ta dos vc:cea por año.
(S) F. ESTEVB GALVll.Z: "La villa romana de Bcnicató". Pdla¡oloso, núm. 2.
Castell6o, 19S6.
-
210-
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RIBGOS ROMANOS DBL
9
~IIJARBS
cientes a la villa romana que muy cerca de alli hemos identlf1cado (ero
auis 1, núm 18; croquis 11, núm. 2) que no absorberian en modo a lguno
todo el caudal, la mejor tierra del término, la que se cultivó con cargo
al Mijares desde los tiempos de la fundación (en 1274) y posiblemente
desde época de dominación musulmana por lo menos en algún sector
la que mejor se pagaba en la Edad Media y más se cotiza aún en la ac
tualidad por su calidad y espesor del manto superficial, está en la parte ba ·
ja de la ciudad. Cabe descartar por otra parte la presenc1a de .:~rcunstan ·
das modificadoras del suelo, como podrían haber sido man~mas, por
ejemplo, en época romana, dada la elevación y natural drenaje del mis·
mo. Nos vemos pues forzados a admitir la presencia en esta parte de una
-- --- -- -
-
R/0 H/JARES
.......
-:=..
--
CROQUIS IV
extensa zona de regadío servido por e l ramal hidráulrco que nos ocupa,
sin que diga nada en contra la ausencia de materiales delatores de asen·
tamiento de población en este lugar, habida cuenta de que, hasta ahora,
el muy abundante encontrado y al que aludimos más arriba lo ha sido en
terrenos sin transformar o a lo suma con un cultivo rústico que no ha
r.ecesitado excesivas labores ni remoción de terrenos. Donde esto ha ocu·
rrido (y coma ha sido repetidamente observado se trata siempre de las
-
211
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J• .M.• DO!!ATE
10
tierras mejores) (6) está todo perdido. Y asi debió ocurrrr en lo que a
esta zona se refiere.
CEQUIA DEL DIABLE 11 O DE ARRIBA
El reconocimiento del terreno nos puso en contacto con los vestigios
de otra acequia, llamada indistintamente del Diable y desconocida totalmente en la localidad, aunque no en la vecina población de Onda, donde
los que sabían algo de esto lo asociaban a los túneles de la cueva del
mismo nombre y de los que hemos hablado ya. En efecto, parece, a juz·
gar por sus caracterlsticas, que sean una misma estas obras sí no se tiene
en cuenta un detalle importante, y es que su enlace debla efectuarse
mediante un salto de casi vernte metros, circunstancia absurd<~ bajo to·
dos los puntos de vrsta. Ya intuimos que fueran re<~lmente dos las ace·
c:¡uias por el problema que nos planteaba el emplazamiento de la finca
del moro Juceff Alfaquí, que no podía, en modo alguno, vincularse al
otro canal. Luego, al observar en el repertorio Fletcher-Alcácer (7) la
cita de los restos <
eléctrica del Mijares>>, nos dimos cuenta de que el trazado señalado no
existía, al menos donde en un principio lo buscábamos y era ello donde
debía encontrarse, de tener relación con el que hemos estudrado. Pero
una vez hallada la toma de aguas y algún que otro vestigio del primero,
el' este mismo paraje, pudimos resolver el embrollo con el asesoramiento
de los celadores de la misma central, que nos señalaro=' los restos de la
otra conducción, muy difícil de identificar allí por desprendimientos re·
dentes, pero inconfundrble un poco más abajo, fuera ya del cauce fluvral,
donde se señala en un trecho superior al kilómetro en término de Villarreal ya (1, 19). Alli, a la altura del primer salto antiguamenle llamado
de Tol, toma dirección hacia el cerro de San Antonio, en el otro extremo
del término, que cru:~:a de Norte a Sur a través de una zona que, olvi·
dado el alivio de antaño, fue hasta fecha muy reciente la más árida de
la localidad (11, 8 a 12). Sus vestigios los hemos podido loca lizar en pun·
tos clave, siempre en las vertientes roqueras de los barrancos, únicas zonas peladas que aún quedan, y por su situación se puede afirmar que dio
(6) M. TARRADBLL: "Historia dd pais vaknc:il. Prehistw i a.otl¡uirat". &rcdom, 1965.
(7) D. FLETCHER VALLS y ). ALCACER GRAU: "Ava.oco a un. arqueolq¡la
roman:~ de la Provincia d« Cutdl6n". Boletín de b S. C. de Cultura, >0001. Castdlón,
19S6, pj¡¡. 146. Vbse tambibl S . BRU 1 VID.-\1.: "Les tette$ val
ValCnc:ia, 1963.
-
212-
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11
roego a tres de las explotaciones agrarias que figuran en e l croquis 11 (en·
c.laves 10, 11 y 12) rústicas dos de ellas y la ultima de alguna suntuo
sidad, como se dirá en su día (8). No hemos podido localizar sm embargo su paso por los barrancos, coS
por verdadero milagro y las condiciones son mucho más favorables) ni
RESTOS de ACUEDUCTO R().lANO
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CROQUlS V
su paso por el Riu Sec. En éste hemos buscado insistentemente, sobre todo en el trecho por donde debía cruzar, a juzgar por los niveles, llegando siempre en nuestras conclusiones a un paraje denominado e el Salt»,
dentro de los límites o en las inmediaciones de una de l01s finca.s romanas señaladas (croquis 11, núm . 11) donde se forma una catarata que en
(8) P. MENEU: "Arqueolosla Bccbinensr. Errores". Ayez y Hoy t>Um. 41. Cal!cUóo
de 11 Piona, 1903.
-
213
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J• M.• DOi
tiempos aún recientes ha retrocedido lo suficiente como para suponer
utópica la conservación de vestigio alguno de obra humana.
luego la Torrassa, y seguidamente el término de Nules, imposible
ya de reconocimiento fructlfero, y desde e l cua l, técnícamente, podía el
acueducto llegar, si no al viejo Sagunto, como nos afirmaron en 1523, si
por lo menos a sus campos.
CRONOLOGIA
Ninguna de las circunstancias señaladas nos la puede dar, a l menos
con la precisión deseable. Del examen de las mamposterías se deduce na turalmente su filiación romana. Pero seria tremendamente fatigosa y sin
duda alguna inútil la excavación de los sedimentos, por cierto muy es·
casos, en busca de cerámica o algún otro material datable.
Ahora bien, aceptada su, a nuestro entender, ineludible vinculació11
a las explotaciones agrícolas que hemos indicado, y como de éstas sí que
tenemos material datable, podríamos adelantar que la construcción de
E'Stas obras se debió efectuar, en más o en menos sobre los años inmediatos al cambio de Era. Y que rindió sus buenos serviCIOS durante el largc periodo de la pa:z: llamada Augusta que les sucedió.
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A -Ponillo de 10ma de agua (Croquis 1, 1).
ll.-ExcnV1ld6n 10bre el ncmlilndo (Croquis 1, 2).
C.-T únel de acceso o la Cova d~l D ioblc (Croquis T, 5).
0 .-Covn del Diable.
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(Fotos Doñate)
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I.AM. 11
OORA'fE.-IUegos roma nos del l\11Jares
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[page-n-218]
OOSATE. -Rie&:os roma nos del
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[page-n-219]