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DI CK EDGAR IBARRA GRASSO
(Bolivia )
El Paleolítico inferior de América del Sur
En rigor de ordenación no correspondería iniciar nuestro tra bajo por los yacimientos del Paleolítico inferior suramericono, pero
como nuestros estudios y conocimientos del tema comenzaron por
aquí, nos p.arece m ás lóg ico e m pezar por tratarlos. De esto forma,
parti mos del materia l que conocemos b ien , y comparamos los descubr imi entos de los otros autores con los nuestros.
Empezaremos por desc ribir nuestros hallazgos, y luego posaremos O trotor olgunos otros. El primer contacto con este tipo de cul turas lo tuvimos en abri l de 1954, fecho en que hallamos, en pleno
Altiplano de Bolivio, a mitad de comino entre los ciudades de Lo
Paz y Oruro, un gran yacim iento con material paleolí t ico; e l lugar
se llam o Viscachani y comprende uno serie de t errazos pleistocénicas sobre un antiguo lago glacial hoy t otalmente desecado. Los
terrazos más altos, naturalmen t e, son a n te r iores a lo ex istencia de l
hom bre en Am ér ica, pero los más baj os fueron hab itados.
Sob re u no ladero de Viscachoni , que formo lo t errazo más bo ja, de unos ocho me t ros sob re el lecho desecado actual, encontramos miles de piezas de piedra, todos en lo superficie; e l terreno
ha sido arado y está fuertemen t e erosionado desde tiempo antiguo,
de modo q ue los cinco pozos que hicimos en busco de uno estratigrafía no nos dieron piezas situados por debajo de la tierra arada .
Acaso puede haber, en los bordes del yacimiento (esto porte cenfral tiene unos seis o ocho hectáreas de superficie), lugares donde
se conse rve algun o es t ratigrafía . El número de p iezas ob t en ido
hasta hoy es de m ós de 12.000.
Los ins trumentos son de dos ti pos, básicamen t e: unas puntos
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de lonza retocados, como los llamadas "hojas de laurel" y "hojas
de sauce" del 50lu t rense europeo, y otros mucho más grandes,
gruesos y toscos; lUego algunas hachos y hochitos de mono, hechas o partir de uno gran lasco, de modo que son parcialmente
unifocioles . También encontramos, en nuestro primer exornen del
lugar, una punto de lanz:a entera con lo típico escotadura latero!
inferior de las puntas de Sandio Cave (Nuevo México); los raspa dores eran innumerables y de voriadas formos, Jo mismo que nu merosos tipos de lascas. Todos los instrumentos de este segundo
tipo estaban trabajados en cuarcita verdoso. El trabajo es d e percusión siempre; las primeras puntas dichos estón trabajadas o
presión.
El primer tipo correspondía claramente a la culturo ya conoci da en la Argentina y llamada Ayampit ine nse por el Dr. Alberto
Rex González . El segundo tipo era nuevo y lo denominamos cultu ro Viscachene nse, del nombre del lugar. Lo 'mós típico de esta cul turo son los gruesos y toscos puntos de lanzo, lo mayoría de tolla
bi faciaL
Fuimos al lugar varias veces; en uno último visito, en abril de
1958, estuvimos allí junto con Jo Misión Arqueológico Alemana
presidida por el Dr. Hans D. Disselhoff, Director del Museo Etnográfico de Berlín, y realizamos un nuevo y fundamental descubri miento: sobre los restos de bordes de terrazas un poco más altos,
de unos 12 a 15 metros, encontramos otros restos Viscachanenses,
pero más toscos, sin pu ntas de lanza y sin trabajo bifacia l; los ins t rumentas eran una especie de lascas de varias tipos, incluso de un
tipo general cJactoniense de Eu ropa (una levalloisiense muy típico),
sin retoque en los bordes a con un retoque muy pobre y tosco; ras padores de múltiples formas, apicales, d iscoidaJes, cónicos, etcétera, algunas hachos de mono muy toscos y predominantemente uni facia les, de gran tamaña incl uso, chappers gruesos, n úcleos de tipo
levalloisiense, etc. C la ramente estóbamos delante de un nivel mu cho más antiguo de la misma cultura. Los instrumentos dichos
existían (algunos) también sobre lo terraza más baja, pero no nos
habían llamada mayormente la atención, dom inada e llo par las
puntos de lanza y los hachos de mano de tendencia b ifociol. Pun tas de t ipo Ayompi t ín tampoco aparecían sobre lo terraza más al to.
Un recorr ido posterior por la región, incluso sobre los terrazas
superiores, cuya altura parece llegar o cerco de 70 metros, per mitiá recoger y observar la existencia de miles de piezas líticas
seme jantes, esparcidas por la zona, en una extensión de por lo
menos una legua de superfic ie, ya que algunos de estos lugares se
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PALEOLlTICO INFERIOR DE AMERICA
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encontraban o unos tres kilómetros del primer yacimiento; los pun tos de lanzo falt aban totalmente en estos nuevos lugares. En casi
todos ellos, sin embargo, los piezas se presentaban aislados, dispersos, y sólo en das lugares aparecían en formo de verdaderos yacimientos, asiento de antiguos tolderías; uno de estos lugares con siste senci lla mente en lo continuación mós alto de lo ladero-terra zo del primer yacimiento.
Tenemos, pues, dos niveles cronológicos de lo mismo culturo
Viscachanense, correspondientes o épocas muy distintos según se
tiene que deducir de los alturas de los terrazas y de los formos de
los instrumentos; insistimos en el detalle principal: entre los instrumentos de las terrazas más altas no había uno sola punta de
lanza, en tanto que ellas eran el elemento más abundante sobre
lo terraza baja.
Además, los instrumentas de la terrazo alto eran casi todos
unifaciales y atípicos en su forma, es decir, no s'e les había dado
uno formo determinado que se repitiera constantemente; lo contrario sucedía en la terraza boja, en donde las puntas de lanza,
105 hachos y hachitas de mano, repetian frecuentemente el mismo
modelo. En cu anto al material y técnico de trabajo, ero uno mismo
en ambos portes, lo cuarcita verdoso y el traba jo o percusión .
Sobre esos diferencias, hemos clasif icado e l material Viscacha nense en dos períodos, que llevan las denominaciones de Viscachanense 1 y 11. El primero es el que aparece sobre las terrazas mós
altas, sin puntos de lanzo, y cuyos instrumentas son muy toscos y
unifocioles, según acabamos de describirlos (Lám. 1, l y 2); el II
aparece sobre la terraza o ladero boja, junto con los puntos Ayom p itin en el terreno erosionado, y se caracterizo por las toscos pun tos de lanzo, las hachos y hachitas de mono de tendencia bifacial,
y raspadores y lámina s de multitud de formas atípicos. Los puntos
de \anza son muy gruesos, y más de veinte de ellos presentan ·una
tosco escotadu ra tipo Sandía; algunas son unifaciales.
En cuanto 01 material de tipo Ayampitinense, que aparece en
la terrazo ba jo y junto con el Viscachanense 11, según el examen
ti pológico que hemos hecho y principalmente por comparación con
el material del yacimiento uruguayo y del argentino, además de
varios series (cuyos yacimientos no hemos podido ver aún) encon trados en Potosí, de puntas similares, lo hemos clasificado en tres
períodos distin tos y que consideramos como sucesivos.
El primero de estos períodos, Ayampitinense 1, se caracterizo
por las puntas de lanzo en formo de hoja de laurel, anchas y del gados, de trabajo algo tosco todavía; su bose presento tres formos
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distintas: lo de típica hoja de laurel, uno fo rmo chata o ligera mente cóncava, y otra forma "asimétrica" (Lóm . 11, 1 y 2); de este
último tipo tenemos mós de cien "puntas con hombro en un lado",
cuya tipología va desde simples formas "asimétricos" hasta com pletas formo s de tipo Sandío. Lo mayor porte de estos puntos en
hoja de laurel del Ayampitinense I las confundíamos 01 principio
con las dichos del Viscachanense 1'/ reuniéndolas en un mismo
conjunto, pero se diferencian por el trabajo ligeramente mós fino
y, sobre todo, por su mucha mayor delgadez. El material empleado
ES la cuarcita verdoso.
El Ayampitinense 1I presen ta ya en sus piezas un retoque muy
fino y las puntas de lanza, o más bien de jabalina, tienen más la for ma d e hojas de sauce (son más angostas) que de laurel; su base es
generalmente redondeada, pero algunas presentan un ancho pe dúnculo en tanto que la hoja es triangular rr¡uy alargado; en rela ción con su anchura son mós gru esas que los hojas de laurel; con
la misma técnica de t rabajo, a sea con retoque fino, se clasifican
junto a ellos 36 puntas de un tipo mós corto y chato, de base cha ta o cóncava, provistas de una estrío o conal lateral hecho de un
lado (excepto dos que lo tienen o los dos lados), son "puntas aca nalados" (Lóm. 1I1, 1), que consideramos pertenecer al con junto
genérico de los piezas tipo Folsom. A este Ayompitinense ti corres ponden los hallazgos de Rex González en la Argentina, que dieron
nombre a la culturo, y que can anólisis de Corbona 14 han dado
uno antigüedad de 6.000 años antes de Cristo. En ese yacimiento
argentino falta nuestro Ayampitinense 1, yeso constituye una muy
buena guía para separar ambos tipos.
En cuanto al Ayampitinense 111, se caracteriza por la aparición
de los puntas de flecha, que son de varios tipos, comenzando por
las de pedúnculo; también tiene muchas supervivencias de puntas
en forma de hoja de sauce, hechas en pequeño tamaño como paro
puntos de flecha.
Raspadores con retoque del tipo que consideramos Ayampiti nense, existen de varias formas: cónicas, discoidales (incluso muy
pequeños), opicales, etc., e igualmente una serie de lóminas pequeñas, con poco o ningún retoque; su distribución en los tres tipos
dichos es muy difícil.
Con respecto 01 Viscachonense 11 , creemos ahora que puede
ser sencillamente el mismo Viscochanense I que ha recibido uno
fu erte influencio del Ayampitinense 1, del cual tomó las puntas de
lanza, el trabajo bifacial y los puntas de tipo Sandio dichas.
Un instrumento muy singular de esta culturo son las clavas
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bumerangoides (Lóm. 11.1, 2), hechos de cuarcita y de unos 20 centímetros de tamaño, ligeramente curvados y de trabajo muy tosco;
hJeron sin dudo armas arrojadizos. Hemos encontrado dos enteros,
uno en lo terrazo boja y otro en uno de los terrazos altos, y odemós cinco rotos. Pronto veremos sus relaciones.
Posaremos ahora 01 yacimiento uruguayo. Se encuentro situado
en los orillas del arroyo Cotolón Chico, en el Departamento de Artigos, 01 N. O. del país. Fue descub ierto en 1955 por el coleccionista don Antonio Toddei; en 1957 don Raúl Campó Soler nos comunicó haberlo ubicado como conteniendo material del Pa leolítico
Inferior, según los piezas del señor Taddei. En enero de 1959 el
Museo Histórico Nocional de Montevideo organizó una expedición
arqueológica al lugar, de la que formamos porte en calidad de asesor técni co, encontrándonos con un gran yacimiento de tipo del
Paleolítico inferior. Obtuvimos cinco mil piezas líticos (llevados al
Museo de Montevideo), y hay cientos de miles de ellos en el lugar.
Lo zona de hallazgos, en realidad, estó formado por más de
una docena de yac imientos próximos, esparcidos er:l no más de uno
legua de extensión sobre los orillas del arroyo Catalán Chico; según posteriores informaciones del Sr. Campó, que ha vuelto 01 lugar, los yacimientos de este con jun to se extienden por el río Cuarein y posan al Brasil. Se conservo la estratigrafía y los objetos
trabajados aparecen hasta o más de dos metros de profundidad,
sobre antiguas terrazos; respecto o lo profund idad dicha, hay que
tener en cuento que la región es uno zona de erosión, donde no ha
habido acumulación de materiales de arrostre.
,
En el citada departamento uruguayo de Artigas, los arroyos que
reciben el nombre de Catalanes son tres, siendo tributarios del río
Cuarein, que forma lo frontera local con el Brasil; el llamado Catalán Chico corre sobre un lecha de basalto antiguo, y en sus orillas contiene un poca de monte bajo y rolo; la llanura vecino es
un lecho de basalto con una capa muy delgado de tierra, formada
par edafizacián basáltico, inapta poro lo agricultura y dedicado o
lo crío de ove jas. En numerosos lugares asoman diques de arenisca
vitrificado. El arroyo corre en un cauce abierto en el lecho basó ltico, en cuya;; orillas se han formado terrazas; la más alta, de unas
15- 18 metros de a ltura, se formo por el mismo borde de la llanura;
hoy otros interm edios y lo más boja se eleva poco sobre el nivel
actual del arroyo y está cubierta por un depósito de tierro de dos
metros de espesor. Este depósito se observa en varios lugares.
Calculamos que el depósito formado sobre lo terraza baja ha
tenido qu e comenzar a formarse al finalizar el pluvial correspon-
,
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D. E. IBARRA GRASSO
diente a 10 primera fase del último glacial (si no antes), o seo ho ce entre 30.000 y 40.000 años. Este depósito se encuentro forma do por dos copos muy distintas entre sí: lo mitad superior se constituye de tierra vege tal, de un metro de espesor, cuyo formación
ha debido ser muy lento a causo de la poca vegetación local; la mitad inferior, aproximadamente del mismo espesor, se encuentra
formada por uno especie de conglomerado de gui jarros y arcillo
amarillento, siendo a veces tan dura que era necesario emplear el
pico pora la extracción de las piezas.
Los instrumentos lít icos existen en lo misma base del depósito
de la terraza baja, a dos metros de profundidad. En 10 terraza alta,
e! depósito terroso es muy escaso, no obstante lo cual encontramos
un lugar en donde los instru mentos aparecieron hasta a 80 centímetros de profundidad, en terreno de edafización basáltica. Existen numerosos yacimientos en lo terraza alta y otras intermedias.
,
Los instrumentos son de traba jo unifacial en la inmensa moyorio de los casos; el material utilizado ha sido la arenisco vitrifi cada, o "frito" como también se la llamo, de calidad un poco mejor que lo cuarcita verdosa de Viscochani poro hacer los instrumentos, por lo cual sus lascas son un poco mayores. Los puntos de
lanzo, en formo de grandes hojas de laurel (muy anchas y delgadas), son escosísimas y de un traba jo mejor hecho que los otros
instrumentos, apareciendo en la superficie del terreno y en el nivel
más olto de la terraza baja (na hemos visto puntas de lanza en el
nivel más bajo); las piezas más comunes son raspadores y lascas,
de formas innúmeras y atípicas; hay algunas hachas de mano, sobre grandes lascas, en su mayor parte unifaciales, pero también al gunas de neto aspect.o acheulense; numerosas gubias (instrumentas con una hendidura, aptos como para descortezar ramos, etc.),
perforadores gruesos, raspadores discoidales chatos, algunas lascas
en forma de muy toscas ho jas de cuchillo y raspadores cónicos de
un tipa Auriñaciense. Estos últimos tipos también se presentan en
Viscochani.
Algunos piezas son simples gui jarros afilados en uno punta,
exactamente iguales a los de la Pebble industry de Africa y a los
Soan de la India, siendo casi todos ellos de calcedonia (muy escasas piezas de est e tipo aparecieron también en Viscachani). La arenisca vitrificada de que están hechos la mayor parte de estos instrumentos es bastante semejante o la cuarci ta verdoso de Viscachani, pero su mejor calidad ha permi t ido obtener lascas de mayor
tamaño y con algún me jor trabajo en sus bordes; en ambos lugares
se encuentran piezas muy patinadas; otros instrumentos son de
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calcedonia y ágata, siendo muy escasos en los niveles inferiores y
un poco más abundantes en los más altos; con todo, en ningún
momento alcanzan el 10 por ciento de las piezas. Sálo se encon traron objetos líticos. El material, a veces, aparece como un poco
más desarrollado que el de las terrazos altas de Viscachani, pero
creemos que eso se debe sálo a la diferencia de lo piedra empleada,
más apta en el Catalán Chico para hacer estos instrumentos; los
ele:nentos básicos son los mismas.
Importo mucho señalar que existe uno diferencia apreciable o
simple vista entre las piezas que se encuentran en los ·niveles más
bajos de los depósitos estratificados en la terrazo boja, y los su perficiales de ello; también en algunos puntos de la terraza alta se
encuentran elementos simi lares a los más profundas de la terraza
baja . La diferencia consiste principalmente en el tamaño de los
instrumentos, que son mucho mayores cuanto más profundos se
encuentran, a lo vez que estos instrumentos Imós grandes están
más toscamente trabajados; algunas hachas de mano del tipo mós
antiguo llegan o tener treinta centímetros de largo y pesan varios
kilos. Además, la dif~rencia esencia l proviene de la aparición de las
puntas de lanza en los niveles más altos.
Estas puntas de lanza son en forma de hoja de laurel, más grandes y mós anchas (pero siempre delgadas) que los de Viscachani;
su tipo de trabajo es el mismo, a sea todavía relativamente tosco,
sin presentar nunca el retoque fino del Ayampitinense 11. Entre
estas puntas de lanzo hemos contado unas treinta que presentan
lo escotadura lateral inferior de tipo Sandía, similar a lo que se
encuentro en Viscochoni, existiendo diversos grados de desarrollo
en el trabajo de esta escotadura .
La diferencio cronológica no se establece aquí atendiendo o lo
altura de las terrazas, como en Yiscachani; el lugar debiá estar
habitado desde antes de la formación del depósito de la terraza
baja, o sea que los pob ladores habitarían sobre las terrazas medias
y al ta; pero la terraza baja se formó pronto y fue poblado en for ma continua después, sin abandonarse del todo la terrazo olto,
donde continuaran quedando instrumentos posteriores. La folto de
acumulación de terreno en lo terraza alta ha imped ido que se forme allí una estratigrafía similar o lo de lo terraza boja, o, acaso,
ha existido allí una erosión muy fuerte.
Un objeto lítico de gran interés, que se encuentro en ambas
terrazas y hasta en la superficie, son los yunques, que sirvieron
poro apoyar en ellos las piedras que se deseaban partir; aparecen
llenos de unos agujeros cuadrangulares y triangulares, que no son
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D. E. !BARRA GR ASSO
naturales de esa roca. También existen agujeros simi lares en al gunas rocos fijos, que igualmente sirvieron para ese uso.
Dos clavas arrojadizas bumerongoides, holladas superficialmen te, muestren una forma enteramente similar y el mismo tipo de
trabajo que las halladas en Viscochoni.
En resumen, el yacimiento del Catalán Chico nos presento uno
cultura que ha existido allí en época remoto, similar bósicamente
o la del Viscachonense 1. El tipo cultural es un Musteriense primi tivo en nuestro interpretación, y existe un nivel antiguo caracteri zado por las piezas de gran tamaño y que en lo terrazo bojo aparece a más de un metro de profundidad, en una cape geológica
antigua. Un nivel posterior, que se caracteriza por presentarnos
piezas algo más pequeños, nunca verdaderamente chicas, se encuen tra en el nivel más reciente de la tierra de la terraza baja, hasta
un metro de profundidad, en terreno d.e formación humitera. A este
nivel superior carresp~nden las puntos de lanzo en formo de hoja
de laurel y los puntos de tipo Sandía, que denotan la presencia
cloro del Ayompitinense 1, o por 10 menos su influencio en formo
intensivo.
No existen en este yacimiento ninguno clase de objetos que de noten tipos culturoles más recientes, o seo piezas líticas con el re ·
tcque fino del Ayampi t inense 11, y menos aún puntos de flecho o
trozos de cerÓmica. Ello denota que el yacimiento ha sido abando nado en época muy antiguo .
Otros lugares de América del Sur han dado materiales comparables o los presentados, y nos referiremos brevemente a algunos
de ellos, que conocemos. El material encontrada en el Alto Paraná,
tanta en 10 zona argentina de Misiones coma paraguayo adyacente, la hemos conocido en el Museo de la Sociedad Científico de
Asunción (Paraguay); existen allí un centenar de piezas, desgraciadamente escogidas, es decir, se han recog ido casi únicamente
hachas de mano y los mejor trabajadas; san graCldes y tascas, de
forma generalmente cilíndrico alargada, como una gran cuña. La
técnico de trabajo es d e percusi ón siempre; algunas lascas y raspadores, como los de Viscachoni y el Cotalón Chico, denuncian que
en el yacimiento deben existir esos materiales en forma abundan te, pero no se los ha considerado al recoger los hachas de mano.
También existen clava s bumerangoides, pero faltan por completo
los puntos de lonzo. Varios piezas de esto cultura nos fueron mostrodos por e l Dr. Menghin en Buenos Aires, siendo de proveniencio
misionero.
El Dr. Menghin supone .que el materiol del Alto Paraná, que
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PALEOLlTICO INFERIOR DE AMERICA
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llamo culturo Altoparanense, pertenecía o un pueblo agricultor y
que duró en lo región hasta hoce unos pocas miles de años; en esto
último no tenemos inconveniente, pero no creemos en el carác ter
agricultor de ese pueb lo, pues no exi ste el menor indicio que así
10 hago suponer. Ninguna pieza de esto cu lturo muestro haber ser vido poro cavar lo tierra, pues no tien en el fi lo gastado. En general, nos do lo impresión de tratarse de lo mismo culturo bósica de
Viscachani y el Cotolón Chico, ocaso de un período mós reciente,
aunque no debemos olvidar que lo que conocemos de ella son piezas escogidos y que en el yacimiento pueden haber niveles mós
antiguos, con piezas mós toscos Lo presencio de los clavos bumerongoid es es tabl ece uno cloro relación con Viscachani y el Catalón
Chico.
En la Patogonia han aparecido también numerosos hachos de
mono, reunidos y estudiados principalmente por Félix F. Dutes o
principios de siglo; los hemos visto en el Museo Etnogrófico de
Buenos Aires, y los mós de ellos son de trabajo bifocial, pero otras
son unifaciales hechos con grandes lascas; uno punto de lanzo
gruesa y tosco (uno al menos hemos visto), es similar o las del Viscachanense JJ. Sin dudo se acompañaban de abu ndantes lascas y
raspadores, desdeñados 01 recoger los hachos de mono.
En lo provincia de Buenos Aires, en el Noroeste argentino, en
Taltal en Chile, han aparecido piezas sim ilares, sobre los cuales
consideramos excesivo el extendernos a quí; diremos únicamente
que entre los piezas de Taltal, estudiados por Max Uhle, y que
hemos visto en una colección pa rticu lar existente en Montevideo,
hoy lóminas claramente Viscachanenses y puntos de lanzo en grandes hojas de laurel del Ayompitinense 1, semejantes o los del Co talón Chico .
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IIJARR,\ GR ASSO.-Paleonieu de Allleriea del S ur
Materiales d el Viscachancnse 1.
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GI{:\ SSO .-Pa l ~flJitico
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Ma!eri~h:s
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Ayampilin~ns~
1.
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¡nA RitA G ItASSO.- Pa lcorlic o d e .\mér ica de] S u r
I.-Pl.mIaS acanaladas, del Ayampitinens.: 11.
Z.-Clavas bumerangQides, del Viscachanense 11.
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El Paleolítico inferior de América del Sur
En rigor de ordenación no correspondería iniciar nuestro tra bajo por los yacimientos del Paleolítico inferior suramericono, pero
como nuestros estudios y conocimientos del tema comenzaron por
aquí, nos p.arece m ás lóg ico e m pezar por tratarlos. De esto forma,
parti mos del materia l que conocemos b ien , y comparamos los descubr imi entos de los otros autores con los nuestros.
Empezaremos por desc ribir nuestros hallazgos, y luego posaremos O trotor olgunos otros. El primer contacto con este tipo de cul turas lo tuvimos en abri l de 1954, fecho en que hallamos, en pleno
Altiplano de Bolivio, a mitad de comino entre los ciudades de Lo
Paz y Oruro, un gran yacim iento con material paleolí t ico; e l lugar
se llam o Viscachani y comprende uno serie de t errazos pleistocénicas sobre un antiguo lago glacial hoy t otalmente desecado. Los
terrazos más altos, naturalmen t e, son a n te r iores a lo ex istencia de l
hom bre en Am ér ica, pero los más baj os fueron hab itados.
Sob re u no ladero de Viscachoni , que formo lo t errazo más bo ja, de unos ocho me t ros sob re el lecho desecado actual, encontramos miles de piezas de piedra, todos en lo superficie; e l terreno
ha sido arado y está fuertemen t e erosionado desde tiempo antiguo,
de modo q ue los cinco pozos que hicimos en busco de uno estratigrafía no nos dieron piezas situados por debajo de la tierra arada .
Acaso puede haber, en los bordes del yacimiento (esto porte cenfral tiene unos seis o ocho hectáreas de superficie), lugares donde
se conse rve algun o es t ratigrafía . El número de p iezas ob t en ido
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de sauce" del 50lu t rense europeo, y otros mucho más grandes,
gruesos y toscos; lUego algunas hachos y hochitos de mono, hechas o partir de uno gran lasco, de modo que son parcialmente
unifocioles . También encontramos, en nuestro primer exornen del
lugar, una punto de lanz:a entera con lo típico escotadura latero!
inferior de las puntas de Sandio Cave (Nuevo México); los raspa dores eran innumerables y de voriadas formos, Jo mismo que nu merosos tipos de lascas. Todos los instrumentos de este segundo
tipo estaban trabajados en cuarcita verdoso. El trabajo es d e percusión siempre; las primeras puntas dichos estón trabajadas o
presión.
El primer tipo correspondía claramente a la culturo ya conoci da en la Argentina y llamada Ayampit ine nse por el Dr. Alberto
Rex González . El segundo tipo era nuevo y lo denominamos cultu ro Viscachene nse, del nombre del lugar. Lo 'mós típico de esta cul turo son los gruesos y toscos puntos de lanzo, lo mayoría de tolla
bi faciaL
Fuimos al lugar varias veces; en uno último visito, en abril de
1958, estuvimos allí junto con Jo Misión Arqueológico Alemana
presidida por el Dr. Hans D. Disselhoff, Director del Museo Etnográfico de Berlín, y realizamos un nuevo y fundamental descubri miento: sobre los restos de bordes de terrazas un poco más altos,
de unos 12 a 15 metros, encontramos otros restos Viscachanenses,
pero más toscos, sin pu ntas de lanza y sin trabajo bifacia l; los ins t rumentas eran una especie de lascas de varias tipos, incluso de un
tipo general cJactoniense de Eu ropa (una levalloisiense muy típico),
sin retoque en los bordes a con un retoque muy pobre y tosco; ras padores de múltiples formas, apicales, d iscoidaJes, cónicos, etcétera, algunas hachos de mono muy toscos y predominantemente uni facia les, de gran tamaña incl uso, chappers gruesos, n úcleos de tipo
levalloisiense, etc. C la ramente estóbamos delante de un nivel mu cho más antiguo de la misma cultura. Los instrumentos dichos
existían (algunos) también sobre lo terraza más baja, pero no nos
habían llamada mayormente la atención, dom inada e llo par las
puntos de lanza y los hachos de mano de tendencia b ifociol. Pun tas de t ipo Ayompi t ín tampoco aparecían sobre lo terraza más al to.
Un recorr ido posterior por la región, incluso sobre los terrazas
superiores, cuya altura parece llegar o cerco de 70 metros, per mitiá recoger y observar la existencia de miles de piezas líticas
seme jantes, esparcidas por la zona, en una extensión de por lo
menos una legua de superfic ie, ya que algunos de estos lugares se
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encontraban o unos tres kilómetros del primer yacimiento; los pun tos de lanzo falt aban totalmente en estos nuevos lugares. En casi
todos ellos, sin embargo, los piezas se presentaban aislados, dispersos, y sólo en das lugares aparecían en formo de verdaderos yacimientos, asiento de antiguos tolderías; uno de estos lugares con siste senci lla mente en lo continuación mós alto de lo ladero-terra zo del primer yacimiento.
Tenemos, pues, dos niveles cronológicos de lo mismo culturo
Viscachanense, correspondientes o épocas muy distintos según se
tiene que deducir de los alturas de los terrazas y de los formos de
los instrumentos; insistimos en el detalle principal: entre los instrumentos de las terrazas más altas no había uno sola punta de
lanza, en tanto que ellas eran el elemento más abundante sobre
lo terraza baja.
Además, los instrumentas de la terrazo alto eran casi todos
unifaciales y atípicos en su forma, es decir, no s'e les había dado
uno formo determinado que se repitiera constantemente; lo contrario sucedía en la terraza boja, en donde las puntas de lanza,
105 hachos y hachitas de mano, repetian frecuentemente el mismo
modelo. En cu anto al material y técnico de trabajo, ero uno mismo
en ambos portes, lo cuarcita verdoso y el traba jo o percusión .
Sobre esos diferencias, hemos clasif icado e l material Viscacha nense en dos períodos, que llevan las denominaciones de Viscachanense 1 y 11. El primero es el que aparece sobre las terrazas mós
altas, sin puntos de lanzo, y cuyos instrumentas son muy toscos y
unifocioles, según acabamos de describirlos (Lám. 1, l y 2); el II
aparece sobre la terraza o ladero boja, junto con los puntos Ayom p itin en el terreno erosionado, y se caracterizo por las toscos pun tos de lanzo, las hachos y hachitas de mono de tendencia bifacial,
y raspadores y lámina s de multitud de formas atípicos. Los puntos
de \anza son muy gruesos, y más de veinte de ellos presentan ·una
tosco escotadu ra tipo Sandía; algunas son unifaciales.
En cuanto 01 material de tipo Ayampitinense, que aparece en
la terrazo ba jo y junto con el Viscachanense 11, según el examen
ti pológico que hemos hecho y principalmente por comparación con
el material del yacimiento uruguayo y del argentino, además de
varios series (cuyos yacimientos no hemos podido ver aún) encon trados en Potosí, de puntas similares, lo hemos clasificado en tres
períodos distin tos y que consideramos como sucesivos.
El primero de estos períodos, Ayampitinense 1, se caracterizo
por las puntas de lanzo en formo de hoja de laurel, anchas y del gados, de trabajo algo tosco todavía; su bose presento tres formos
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distintas: lo de típica hoja de laurel, uno fo rmo chata o ligera mente cóncava, y otra forma "asimétrica" (Lóm . 11, 1 y 2); de este
último tipo tenemos mós de cien "puntas con hombro en un lado",
cuya tipología va desde simples formas "asimétricos" hasta com pletas formo s de tipo Sandío. Lo mayor porte de estos puntos en
hoja de laurel del Ayampitinense I las confundíamos 01 principio
con las dichos del Viscachanense 1'/ reuniéndolas en un mismo
conjunto, pero se diferencian por el trabajo ligeramente mós fino
y, sobre todo, por su mucha mayor delgadez. El material empleado
ES la cuarcita verdoso.
El Ayampitinense 1I presen ta ya en sus piezas un retoque muy
fino y las puntas de lanza, o más bien de jabalina, tienen más la for ma d e hojas de sauce (son más angostas) que de laurel; su base es
generalmente redondeada, pero algunas presentan un ancho pe dúnculo en tanto que la hoja es triangular rr¡uy alargado; en rela ción con su anchura son mós gru esas que los hojas de laurel; con
la misma técnica de t rabajo, a sea con retoque fino, se clasifican
junto a ellos 36 puntas de un tipo mós corto y chato, de base cha ta o cóncava, provistas de una estrío o conal lateral hecho de un
lado (excepto dos que lo tienen o los dos lados), son "puntas aca nalados" (Lóm. 1I1, 1), que consideramos pertenecer al con junto
genérico de los piezas tipo Folsom. A este Ayompitinense ti corres ponden los hallazgos de Rex González en la Argentina, que dieron
nombre a la culturo, y que can anólisis de Corbona 14 han dado
uno antigüedad de 6.000 años antes de Cristo. En ese yacimiento
argentino falta nuestro Ayampitinense 1, yeso constituye una muy
buena guía para separar ambos tipos.
En cuanto al Ayampitinense 111, se caracteriza por la aparición
de los puntas de flecha, que son de varios tipos, comenzando por
las de pedúnculo; también tiene muchas supervivencias de puntas
en forma de hoja de sauce, hechas en pequeño tamaño como paro
puntos de flecha.
Raspadores con retoque del tipo que consideramos Ayampiti nense, existen de varias formas: cónicas, discoidales (incluso muy
pequeños), opicales, etc., e igualmente una serie de lóminas pequeñas, con poco o ningún retoque; su distribución en los tres tipos
dichos es muy difícil.
Con respecto 01 Viscachonense 11 , creemos ahora que puede
ser sencillamente el mismo Viscochanense I que ha recibido uno
fu erte influencio del Ayampitinense 1, del cual tomó las puntas de
lanza, el trabajo bifacial y los puntas de tipo Sandio dichas.
Un instrumento muy singular de esta culturo son las clavas
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PALEOllTlCO INFERIOR DE AMERICA
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bumerangoides (Lóm. 11.1, 2), hechos de cuarcita y de unos 20 centímetros de tamaño, ligeramente curvados y de trabajo muy tosco;
hJeron sin dudo armas arrojadizos. Hemos encontrado dos enteros,
uno en lo terrazo boja y otro en uno de los terrazos altos, y odemós cinco rotos. Pronto veremos sus relaciones.
Posaremos ahora 01 yacimiento uruguayo. Se encuentro situado
en los orillas del arroyo Cotolón Chico, en el Departamento de Artigos, 01 N. O. del país. Fue descub ierto en 1955 por el coleccionista don Antonio Toddei; en 1957 don Raúl Campó Soler nos comunicó haberlo ubicado como conteniendo material del Pa leolítico
Inferior, según los piezas del señor Taddei. En enero de 1959 el
Museo Histórico Nocional de Montevideo organizó una expedición
arqueológica al lugar, de la que formamos porte en calidad de asesor técni co, encontrándonos con un gran yacimiento de tipo del
Paleolítico inferior. Obtuvimos cinco mil piezas líticos (llevados al
Museo de Montevideo), y hay cientos de miles de ellos en el lugar.
Lo zona de hallazgos, en realidad, estó formado por más de
una docena de yac imientos próximos, esparcidos er:l no más de uno
legua de extensión sobre los orillas del arroyo Catalán Chico; según posteriores informaciones del Sr. Campó, que ha vuelto 01 lugar, los yacimientos de este con jun to se extienden por el río Cuarein y posan al Brasil. Se conservo la estratigrafía y los objetos
trabajados aparecen hasta o más de dos metros de profundidad,
sobre antiguas terrazos; respecto o lo profund idad dicha, hay que
tener en cuento que la región es uno zona de erosión, donde no ha
habido acumulación de materiales de arrostre.
,
En el citada departamento uruguayo de Artigas, los arroyos que
reciben el nombre de Catalanes son tres, siendo tributarios del río
Cuarein, que forma lo frontera local con el Brasil; el llamado Catalán Chico corre sobre un lecha de basalto antiguo, y en sus orillas contiene un poca de monte bajo y rolo; la llanura vecino es
un lecho de basalto con una capa muy delgado de tierra, formada
par edafizacián basáltico, inapta poro lo agricultura y dedicado o
lo crío de ove jas. En numerosos lugares asoman diques de arenisca
vitrificado. El arroyo corre en un cauce abierto en el lecho basó ltico, en cuya;; orillas se han formado terrazas; la más alta, de unas
15- 18 metros de a ltura, se formo por el mismo borde de la llanura;
hoy otros interm edios y lo más boja se eleva poco sobre el nivel
actual del arroyo y está cubierta por un depósito de tierro de dos
metros de espesor. Este depósito se observa en varios lugares.
Calculamos que el depósito formado sobre lo terraza baja ha
tenido qu e comenzar a formarse al finalizar el pluvial correspon-
,
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diente a 10 primera fase del último glacial (si no antes), o seo ho ce entre 30.000 y 40.000 años. Este depósito se encuentro forma do por dos copos muy distintas entre sí: lo mitad superior se constituye de tierra vege tal, de un metro de espesor, cuyo formación
ha debido ser muy lento a causo de la poca vegetación local; la mitad inferior, aproximadamente del mismo espesor, se encuentra
formada por uno especie de conglomerado de gui jarros y arcillo
amarillento, siendo a veces tan dura que era necesario emplear el
pico pora la extracción de las piezas.
Los instrumentos lít icos existen en lo misma base del depósito
de la terraza baja, a dos metros de profundidad. En 10 terraza alta,
e! depósito terroso es muy escaso, no obstante lo cual encontramos
un lugar en donde los instru mentos aparecieron hasta a 80 centímetros de profundidad, en terreno de edafización basáltica. Existen numerosos yacimientos en lo terraza alta y otras intermedias.
,
Los instrumentos son de traba jo unifacial en la inmensa moyorio de los casos; el material utilizado ha sido la arenisco vitrifi cada, o "frito" como también se la llamo, de calidad un poco mejor que lo cuarcita verdosa de Viscochani poro hacer los instrumentos, por lo cual sus lascas son un poco mayores. Los puntos de
lanzo, en formo de grandes hojas de laurel (muy anchas y delgadas), son escosísimas y de un traba jo mejor hecho que los otros
instrumentos, apareciendo en la superficie del terreno y en el nivel
más olto de la terraza baja (na hemos visto puntas de lanza en el
nivel más bajo); las piezas más comunes son raspadores y lascas,
de formas innúmeras y atípicas; hay algunas hachas de mano, sobre grandes lascas, en su mayor parte unifaciales, pero también al gunas de neto aspect.o acheulense; numerosas gubias (instrumentas con una hendidura, aptos como para descortezar ramos, etc.),
perforadores gruesos, raspadores discoidales chatos, algunas lascas
en forma de muy toscas ho jas de cuchillo y raspadores cónicos de
un tipa Auriñaciense. Estos últimos tipos también se presentan en
Viscochani.
Algunos piezas son simples gui jarros afilados en uno punta,
exactamente iguales a los de la Pebble industry de Africa y a los
Soan de la India, siendo casi todos ellos de calcedonia (muy escasas piezas de est e tipo aparecieron también en Viscachani). La arenisca vitrificada de que están hechos la mayor parte de estos instrumentos es bastante semejante o la cuarci ta verdoso de Viscachani, pero su mejor calidad ha permi t ido obtener lascas de mayor
tamaño y con algún me jor trabajo en sus bordes; en ambos lugares
se encuentran piezas muy patinadas; otros instrumentos son de
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calcedonia y ágata, siendo muy escasos en los niveles inferiores y
un poco más abundantes en los más altos; con todo, en ningún
momento alcanzan el 10 por ciento de las piezas. Sálo se encon traron objetos líticos. El material, a veces, aparece como un poco
más desarrollado que el de las terrazos altas de Viscachani, pero
creemos que eso se debe sálo a la diferencia de lo piedra empleada,
más apta en el Catalán Chico para hacer estos instrumentos; los
ele:nentos básicos son los mismas.
Importo mucho señalar que existe uno diferencia apreciable o
simple vista entre las piezas que se encuentran en los ·niveles más
bajos de los depósitos estratificados en la terrazo boja, y los su perficiales de ello; también en algunos puntos de la terraza alta se
encuentran elementos simi lares a los más profundas de la terraza
baja . La diferencia consiste principalmente en el tamaño de los
instrumentos, que son mucho mayores cuanto más profundos se
encuentran, a lo vez que estos instrumentos Imós grandes están
más toscamente trabajados; algunas hachas de mano del tipo mós
antiguo llegan o tener treinta centímetros de largo y pesan varios
kilos. Además, la dif~rencia esencia l proviene de la aparición de las
puntas de lanza en los niveles más altos.
Estas puntas de lanza son en forma de hoja de laurel, más grandes y mós anchas (pero siempre delgadas) que los de Viscachani;
su tipo de trabajo es el mismo, a sea todavía relativamente tosco,
sin presentar nunca el retoque fino del Ayampitinense 11. Entre
estas puntas de lanzo hemos contado unas treinta que presentan
lo escotadura lateral inferior de tipo Sandía, similar a lo que se
encuentro en Viscochoni, existiendo diversos grados de desarrollo
en el trabajo de esta escotadura .
La diferencio cronológica no se establece aquí atendiendo o lo
altura de las terrazas, como en Yiscachani; el lugar debiá estar
habitado desde antes de la formación del depósito de la terraza
baja, o sea que los pob ladores habitarían sobre las terrazas medias
y al ta; pero la terraza baja se formó pronto y fue poblado en for ma continua después, sin abandonarse del todo la terrazo olto,
donde continuaran quedando instrumentos posteriores. La folto de
acumulación de terreno en lo terraza alta ha imped ido que se forme allí una estratigrafía similar o lo de lo terraza boja, o, acaso,
ha existido allí una erosión muy fuerte.
Un objeto lítico de gran interés, que se encuentro en ambas
terrazas y hasta en la superficie, son los yunques, que sirvieron
poro apoyar en ellos las piedras que se deseaban partir; aparecen
llenos de unos agujeros cuadrangulares y triangulares, que no son
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naturales de esa roca. También existen agujeros simi lares en al gunas rocos fijos, que igualmente sirvieron para ese uso.
Dos clavas arrojadizas bumerongoides, holladas superficialmen te, muestren una forma enteramente similar y el mismo tipo de
trabajo que las halladas en Viscochoni.
En resumen, el yacimiento del Catalán Chico nos presento uno
cultura que ha existido allí en época remoto, similar bósicamente
o la del Viscachonense 1. El tipo cultural es un Musteriense primi tivo en nuestro interpretación, y existe un nivel antiguo caracteri zado por las piezas de gran tamaño y que en lo terrazo bojo aparece a más de un metro de profundidad, en una cape geológica
antigua. Un nivel posterior, que se caracteriza por presentarnos
piezas algo más pequeños, nunca verdaderamente chicas, se encuen tra en el nivel más reciente de la tierra de la terraza baja, hasta
un metro de profundidad, en terreno d.e formación humitera. A este
nivel superior carresp~nden las puntos de lanzo en formo de hoja
de laurel y los puntos de tipo Sandía, que denotan la presencia
cloro del Ayompitinense 1, o por 10 menos su influencio en formo
intensivo.
No existen en este yacimiento ninguno clase de objetos que de noten tipos culturoles más recientes, o seo piezas líticas con el re ·
tcque fino del Ayampi t inense 11, y menos aún puntos de flecho o
trozos de cerÓmica. Ello denota que el yacimiento ha sido abando nado en época muy antiguo .
Otros lugares de América del Sur han dado materiales comparables o los presentados, y nos referiremos brevemente a algunos
de ellos, que conocemos. El material encontrada en el Alto Paraná,
tanta en 10 zona argentina de Misiones coma paraguayo adyacente, la hemos conocido en el Museo de la Sociedad Científico de
Asunción (Paraguay); existen allí un centenar de piezas, desgraciadamente escogidas, es decir, se han recog ido casi únicamente
hachas de mano y los mejor trabajadas; san graCldes y tascas, de
forma generalmente cilíndrico alargada, como una gran cuña. La
técnico de trabajo es d e percusi ón siempre; algunas lascas y raspadores, como los de Viscachoni y el Cotalón Chico, denuncian que
en el yacimiento deben existir esos materiales en forma abundan te, pero no se los ha considerado al recoger los hachas de mano.
También existen clava s bumerangoides, pero faltan por completo
los puntos de lonzo. Varios piezas de esto cultura nos fueron mostrodos por e l Dr. Menghin en Buenos Aires, siendo de proveniencio
misionero.
El Dr. Menghin supone .que el materiol del Alto Paraná, que
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PALEOLlTICO INFERIOR DE AMERICA
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llamo culturo Altoparanense, pertenecía o un pueblo agricultor y
que duró en lo región hasta hoce unos pocas miles de años; en esto
último no tenemos inconveniente, pero no creemos en el carác ter
agricultor de ese pueb lo, pues no exi ste el menor indicio que así
10 hago suponer. Ninguna pieza de esto cu lturo muestro haber ser vido poro cavar lo tierra, pues no tien en el fi lo gastado. En general, nos do lo impresión de tratarse de lo mismo culturo bósica de
Viscachani y el Cotolón Chico, ocaso de un período mós reciente,
aunque no debemos olvidar que lo que conocemos de ella son piezas escogidos y que en el yacimiento pueden haber niveles mós
antiguos, con piezas mós toscos Lo presencio de los clavos bumerongoid es es tabl ece uno cloro relación con Viscachani y el Catalón
Chico.
En la Patogonia han aparecido también numerosos hachos de
mono, reunidos y estudiados principalmente por Félix F. Dutes o
principios de siglo; los hemos visto en el Museo Etnogrófico de
Buenos Aires, y los mós de ellos son de trabajo bifocial, pero otras
son unifaciales hechos con grandes lascas; uno punto de lanzo
gruesa y tosco (uno al menos hemos visto), es similar o las del Viscachanense JJ. Sin dudo se acompañaban de abu ndantes lascas y
raspadores, desdeñados 01 recoger los hachos de mono.
En lo provincia de Buenos Aires, en el Noroeste argentino, en
Taltal en Chile, han aparecido piezas sim ilares, sobre los cuales
consideramos excesivo el extendernos a quí; diremos únicamente
que entre los piezas de Taltal, estudiados por Max Uhle, y que
hemos visto en una colección pa rticu lar existente en Montevideo,
hoy lóminas claramente Viscachanenses y puntos de lanzo en grandes hojas de laurel del Ayompitinense 1, semejantes o los del Co talón Chico .
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IIJARR,\ GR ASSO.-Paleonieu de Allleriea del S ur
Materiales d el Viscachancnse 1.
LAM. l .
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In,\Rltt\
GI{:\ SSO .-Pa l ~flJitico
de.
Ma!eri~h:s
.-\meri~a
dd
del S ur
Ayampilin~ns~
1.
l.¡\M . 11.
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¡nA RitA G ItASSO.- Pa lcorlic o d e .\mér ica de] S u r
I.-Pl.mIaS acanaladas, del Ayampitinens.: 11.
Z.-Clavas bumerangQides, del Viscachanense 11.
L .\ M . 111 .
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